La madera fue otro de los materiales usados
con profusión desde tiempos remotos. Ya utilizada, al parecer, en época sumeria,
tuvo un empleo considerable en Egipto, junto al papiro. Tenía la ventaja de ser
más abundante, barata y fácil de preparar. Podía usarse para grabar mensajes
sin estar protegida o preparada, como hoy puede hacerse, pero su uso no deja de
ser pasajero en esos casos. Normalmente se trataba recubriéndola de cera o
blanqueándola con barniz; también se les aplicaba en ocasiones una capa de
estuco en lugar de la cera. Cortada en formas regulares constituía tablillas
que podían igualmente almacenarse. Se formaban dípticos con ellas, e incluso se
les añadía una especie de asas para sujetarlas.
En Grecia y Roma las tablillas enceradas fueron el principal soporte de
escritura, tanto para uso público como privado. Se conservan algunas de ellas
que contienen textos literarios, como los griegos de las fábulas de Babrio y
poemas de Calímaco en Leyden y Viena, o de diverso tipo como las tablillas
latinas de Pompeya, y son múltiples las referencias que pueden encontrarse,
tanto en autores griegos, como latinos, sobre el uso y la difusión de las
tablillas. Denominadas en griego: pinakis, deltion, pyktion o grammateion y
en latín: tabulae, tabellae, pugillares, cerae, podían contener
cualquier tipo de escrito, desde declaraciones de guerra, poemas, cartas, documentos
de negocios privados a ejercicios de escuela. Algunas tablillas se preparaban
especialmente blanqueándolas con barniz o cal, las llamadas en griego leykoma y
en latín tabulae dealbatae o album, y se
utilizaban para documentos importantes, leyes, edictos, etc. En las tablillas
de cera se esgrafiaba el texto con facilidad, con un estilo metálico u otro
objeto punzante; y se borraban de manera también sencilla: normalmente los
estilos tenían en el extremo opuesto a la punta, un acabado romo en forma de
espátula con el que se raspaba la cera, se aplastaba y alisaba, reutilizándose
nuevamente; esto era especialmente cómodo en la escuela. Con las tablillas,
como muestra el mundo romano, se podían formar dípticos, trípticos y hasta
polípticos, denominados caudices, de donde se pasaría después a la
designación de los libros, en el sentido que universalmente tienen, cuando
surgieron en los primeros siglos de la era cristiana, es decir, los códices.
Estos polípticos, provistos de asas, se colgaban por medio de alambres tensados
y se guardaban en los tablinia o tabularia, esto
es, los archivos romanos.
La madera también se usó en China para fabricar sellos, junto con la cerámica o
el bronce, sobre la que se grababan signos. Si bien, en muchos casos la madera,
así como otros materiales, tales como el bambú, las cortezas de árboles como el
abedul o el áloe, los huesos de tortuga u otros animales, aunque pueden ser
incisos, se suelen usar como material sobre el que se dibuja o pinta la
escritura. La escritura antigua de pueblos germánicos, las llamadas runas,
también aparecen incisas en objetos de madera: varas, cofres o cajas.
Al igual que la madera, los huesos de ballena, tortuga y otros animales
diversos también aparecen en diferentes civilizaciones como soportes de
escritura, aunque mayoritariamente se pinta en ellos, también los hay incisos,
con muescas y signos en épocas prehistóricas en Europa, en las runas, o en
civilizaciones como la maya y la azteca, en América. También entre los árabes
en la Edad Media se usaron los huesos incisos para esgrafiar textos mágicos e,
incluso, versos del Corán.
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