La escritura fue muy importante para mantener la cohesión del Estado
egipcio. La alfabetización se concentraba en una élite educada de escribas. Ser
escriba era la aspiración de cualquier egipcio de ascendencia humilde. El
sistema jeroglífico fue siempre difícil de aprender, y en el transcurso de los
siglos se complicó aún más al aumentar el número de signos jeroglíficos.
Los signos cuneiformes eran escritos
por escribas mediante cuñas, sobre tablillas casi siempre de arcilla (muy
escasamente grabados en metal), que luego se guardaban en una suerte de
primitivas bibliotecas, escrupulosamente organizadas, que servían para el
aprendizaje de futuros escribas. Estas bibliotecas pertenecían a la escuela de
cada ciudad o, a veces, a colecciones particulares. Las tabillas estaban
escritas en columnas (variantes en número), que indicaban: La serie y el número
de la tablilla en esa serie, para su correcta catalogación. Texto. Colofón, que
contiene a su vez la primera línea de la siguiente tablilla, el propietario de
la tablilla, el año de reinado del soberano correspondiente, en ocasiones los
títulos del mismo, la ciudad de la escuela y el nombre del escriba y raramente,
el autor.
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