La
tradición atribuye el descubrimiento del papel a Tsi Lun, un oficial del
emperador chino de la dinastía Han, en el año 105 d.C. Se conservan unas cartas
del 137 d.C. La invención del papel triunfó definitivamente en China,
desplazando a los habituales soportes como el bambú, la seda, la madera o el
hueso. Este material, convertido en el soporte universal de la escritura,
tardó, sin embargo, bastante tiempo en difundirse en Occidente. Al parecer los
árabes lo copiaron a partir del 751 d.C., al descubrir entre los prisioneros de
guerra, tras una victoria sobre los chinos cerca de Samarkanda, a algunos
artesanos de la fabricación de papel. Pero hasta los siglos X y XI no empieza
realmente a ser usado en Europa y, con todo, tardará en desplazar al pergamino.
Sin embargo, puede decirse que la difusión del papel y su utilización masiva ha
constituido uno de los avances mayores en la historia de la cultura, comparable
al de la imprenta y estrechamente relacionado con ella.
El papel fabricado en China contenía un elemento de origen vegetal: se extraía
a partir de una monocotiledónea (morus papyrifera sativa), sin embargo,
deja de fabricarse con ella a raíz de su difusión por Asia Central y luego por
el Próximo Oriente y, finalmente, por Occidente. Los elementos básicos serán
los trapos de lino y el cáñamo. Se deshacían en unas pilas y se dejaban macerar
y fermentar en agua, para conseguir una pasta muy fina, a base de golpearla con
martillos o con piedras de molino. Se formaba así un producto de fibrillas de
celulosa que se depositaba en una cubeta metálica a temperatura constante, en
la que se introducía un tamiz rectangular rodeado por un marco de madera,
llamado forma y constituido por filamentos entrecruzados
que componen una trama. Según la disposición de estos filamentos, así eran las
formas y así daban lugar a distintos tipos de hojas, ya que con este utensilio
se recogían las materias en suspensión que tenía la pasta de papel y con ellas
se formaba una fina película que se extendía sobre un fieltro y así comenzaba a
secarse. Las hojas resultantes se prensaban para alisarlas. Después se
encolaban de una en una. Los árabes perfeccionaron mucho el usos de gomas para
encolar a base de resinas o engrudos de almidón. Las hojas del papel suelen
llevar una marca del fabricante, denominada filigrana,
de origen italiano y documentada a partir de 1280.
La fabricación de papel se propagó rápidamente en los siglos XI y XII en Córdoba, Sevilla, Granada y Toledo. En Játiva había una fábrica importante hacia 1150, si no antes, y se encuentran restos de molinos papeleros en muchas zonas. Su éxito se debió a la abundancia de esparto, producto característico del primitivo papel español. Las fábricas italianas proliferaron también a partir del siglo XIII, siendo especialmente famoso el de la villa de Fabriano o las de Bolonia, Prato, Toscana, Génova, etc. y el uso del papel terminó por imponerse definitivamente en toda Europa. La fabricación del papel artesano culmina en el siglo XVIII con las fábricas de Cataluña, sin duda entre las principales y de mayor calidad de Europa, antes de la fabricación del papel industrial en los siglos XIX y XX.
La fabricación de papel se propagó rápidamente en los siglos XI y XII en Córdoba, Sevilla, Granada y Toledo. En Játiva había una fábrica importante hacia 1150, si no antes, y se encuentran restos de molinos papeleros en muchas zonas. Su éxito se debió a la abundancia de esparto, producto característico del primitivo papel español. Las fábricas italianas proliferaron también a partir del siglo XIII, siendo especialmente famoso el de la villa de Fabriano o las de Bolonia, Prato, Toscana, Génova, etc. y el uso del papel terminó por imponerse definitivamente en toda Europa. La fabricación del papel artesano culmina en el siglo XVIII con las fábricas de Cataluña, sin duda entre las principales y de mayor calidad de Europa, antes de la fabricación del papel industrial en los siglos XIX y XX.